!Ven a por mí, Pedro!



La sala de observación de urgencias estaba casi sin luz, solamente había encendida una, solitaria y parpadeante, ya que la bombilla estaba a punto de morir. En el pasillo de la entrada dormitaban junto a las paredes unas camillas solitarias. En el centro de la sala había un ordenador encendido, iluminaba su pantalla con un mueble de la página web de Ikea. Alguna enfermera abúlica, lo dejó para salir corriendo a la zona de triaje. Mientras la pantalla del ordenador tintinea en la oscuridad, las rejillas del extractor del aire acondicionado vomitan una bocanada de aire helado.

La sala rectangular tenía veinte camas pegadas en vertical a la pared y en el centro de la estancia, una estantería con útiles médicos y una mesa con el ordenador. Ninguna enfermera ni medico alrededor. Los sonidos pululantes de varios electrocardiogramas creaban una sinfonía siniestra. Susurros y gemidos in crescendo. En uno de los laterales un anciano masculla, entre dolores, insultos al personal sanitario. En frente, un chaval de unos veintitantos se levanta y anda por el pasillo quejándose de que no hay atención y que el sistema sanitario es una “mierda" y que si “menudos vagos”, que si “así nos va”. Va corriendo al baño por una infección de orina contraída por no sé qué “rave” de “desfase”. Respiraciones fatigosas. Las toses se agravan por el gélido ambiente y el sonido de fondo de las máquinas de aire acondicionado exhalando hálitos suaves y aplacibles creando una atmósfera polar. Mientras en otra cama junto al lado del pasillo, un cuarentón soporta estoicamente en silencio el dolor de un cólico nefrítico, tiene los ojos cerrados. Gemidos en aumento. Entre el joven y el hombre de la piedra en el riñón, había una anciana cadavérica. Su cara pajiza tenía la mandíbula hendida y estertórea. Farfullaba palabras en una especie de conversación sin sentido. – Pedro, ven. Ven a por mí. Ven, por favor. Ven. No me dejes aquí, Pedro. No me dejes-
  El anciano enloquecido hace retumbar la sala con sus gritos – Sois unos hijos de puta, No me toquéis. ¡Enfermera, enfermera! Quitadme estos cables. Cabrona-. En un instante la sala se llena de batas blancas semiabiertas y que se contonean en el aire como capas de superhéroe. Tres enfermeras y dos médicos, uno de ellos, mujer con unas ojeras ciclópeas. Entre varias enfermeras lo inmovilizaron mientras que el médico buscaba una vena para inyéctale un calmante. La médica ojerosa miraba la escena como La Cordera miraba el tren, impasible, acostumbrada a la escena que se repetía día sí y otro también. Tras la lluvia de forcejeos e insultos, el hombre mayor se aploma en la cama. Los sanitarios se sientan en el centro alrededor del ordenador que todavía tiene la cuenta de Ikea abierta.
- ¿Qué más tenemos?
-Cólico, infección de orina y embolia.
-Vale, veamos la embolia.
-Síntomas: dolor de cabeza fuerte, fatiga y cansancio, parálisis de partes del cuerpo, pérdida de visión, confusión y desorientación.
- ¿Quien la tiene? - pregunta la médica señalando al hombre del cólico nefrítico.
-La mujer mayor de ahí – señaló el médico con el bolígrafo en la mano.
- Descripción de la paciente-
- Mujer, 87 años, ingreso a las 16:57 horas de esta tarde y desde entonces lleva diciendo esa frase desde que entró aquí. Son las 3:30 horas y no evoluciona positivamente.
La anciana subía la cabeza y respiraba agónicamente como si estuviera saliendo de las profundidades del océano abisal para poder respirar.
- Pedro, ven. Ven a por mí. Ven, por favor. Ven. No me dejes aquí, Pedro. No me dejes-repetía la vieja como una canción.
-Vamos a esperar a ver. Pasemos al cólico- dijo el médico.
La médica se acercó a la cama contigua, el hombre de unos cuarenta años, bajo y complexión robusta estaba despierto. Tenía los ojos como platos y metida en la mente la canción de la anciana que llevaba repitiendo desde hacía más de ocho horas seguidas.
- ¿Cómo te encuentras? ¿Se te ha quitado el dolor? - preguntó la médica que se notaba exhausta mientras se incorporaba la bata sobre los hombros.
-Sí, estoy mejor, ya no me duele-respondió el paciente.
-Bueno, pues te vamos a dar de alta. Hora de alta 3:32 horas. -dijo la médica.
-Luego te pasaremos la prescripción médica y tu informe médico. Ahora vístete y llamaremos a un familiar. ¿Tienes a algún familiar esperándote? -
- Sí- asintió el hombre con la cabeza. -Está en la sala de espera-.
-Ahora lo llamamos – el médico contestó sin dejar de mirar su teléfono móvil que en la oscuridad de la sala iluminaba su cara como una antorcha en una cueva.
-Gracias – finalizó el hombre.
En ese momento, el electrocardiograma de la anciana dejó de tintinear y empezó a chillar de manera continua.
-Vaya por Dios- señaló el médico dejando el móvil en el bolsillo.
La enfermera que estaba sentada en el ordenador viendo los muebles infantiles de Ikea para su hija, se levantó, se acercó al médico y apagó el aparato, cesando así el sonido.
El médico cogió un informe y comenzó a dictarse a sí mismo en voz alta -fecha del finamiento 30/01/2019. Sexo mujer. Edad 87 años. Causa de la muerte. Embolia cerebral –
De repente, levantó la cabeza y se dirigió a la médica que casi se queda durmiendo de pie.
- ¿Familiares? -
-No tenía. La trajo la ambulancia. Viene de …-la médica duda mientras revisa sus papeles- del Centro de la Tercera Edad Virgen de las Maravillas-
- ¿Entonces no tiene familiares fuera? -
-No- asintió ella.
- ¿Y quién es Pedro?
-No sé – contestó ella despreocupada.
-Bueno, que lo solucionen en administración. ¿Qué más tenemos? –
- Infección de orina-
-Ah. Sí. La infección de orina de la “rave”-
Mientras se pasaban a la otra cama, la enfermera recogía las pertenencias de la anciana y las metía en una bolsa de plástico grande y blanca. El DNI asomaba del bolso y la curiosidad le hizo cogerlo y leer:
DNI 23245467F
María Josefa López Barragán
Fecha de nacimiento 29/06/1932
Nombre de la madre. Bernarda.
Nombre del padre. Pedro.


9 segundos



Nueva York Lunes 11/09/2001    9:41:09.(Un segundo)

No sé si he tomado la mejor decisión, pero ahora eso ya no importa. Lo que importa realmente es lo que va a venir ahora. Solo puedo pensar en Ella. La ansiedad y la angustia en el hospital esperando; la soledad del padre que espera paciente y la satisfacción de verla al final pegadita a su madre junto a su pecho haciéndose un ovillo de 3 kg de peso.

Nueva York Lunes 11/09/2001   9:41:12 . (Tres segundos)

No sé si he tomado la mejor decisión, pero ahora eso ya no importa.La primera noche en el Hospital de Maternidad fue dura. Su madre dormida después de la intervención y del gran esfuerzo. Y ella no paraba de llorar, era pequeña, menuda, casi un animalito inerte, pero lloraba con una fuerza casi sobrehumana. Su sensación de búsqueda de vida era instintiva. La cogía entre mis brazos y se acurrucaba en ellos como si el Universo se concentrara solamente en ese minúsculo espacio y la paseaba por el pasillo durante toda la noche entre pequeño biberón y biberón de leche. En ese momento supe que ella era el amor de mi vida.

Nueva York Lunes 11/09/2001   9:41:15. (Seis segundos)

No sé si he tomado la mejor decisión, pero ahora eso ya no importa.-Sabes que tuve que hacerlo- le dije cuando empezó a gritar y a llorar en el suelo con rasguños en sus piernas. Sabía que el mundo iba a ser igual de duro que yo al dejarla sola detrás de la bicicleta, sin ruedas supletorias , para que aprendiera a manejarse sin ellas. La vida era así y  había que quitarlas e intentar aprender por uno mismo. Al final se levantó y me miró con cara de rencor como si la hubiese traicionado vilmente, pero lo único que quería enseñarle es que la vida había que vivirla sin ruedas supletorias.

Nueva York Lunes 11/09/2001   9:41:16 (Ocho segundos)

La verdad es que todavía no sé si he hecho bien, pero hecho está. Lo mejor de todo fue ayer domingo cuando me llamó para decirme que venía a comer a casa después y del postre, me sacó una ecografía informe con un ser pequeñito en su interior. ¡!!Era una niña!!! ¡!!!Voy a ser abuelo!!!!! Pero no podré estar con ella. No podré darle biberones por las noches en el hospital y enseñarle a montar en bicicleta ni tampoco estaré en su momento en el que decida ser madre. Pero si estaré detrás de ella sujetándola como cuando montaba a bicicleta.


Nueva York Lunes 11/09/2001   9:41:17 .(Nueve segundos)

Creo que sí he tomado la mejor decisión, pero ahora eso ya no importa.Todo está hecho. Vale.




Nota a pie de página: La última palabra de texto es la misma que la que usa Cervantes en la segunda parte del Quijote con su término latino:El verbo «valer», a su vez, proviene del latín valeo, que significaba ‘tener fuerza/salud’. El título se refiere a los 9 segundos que tarda un cuerpo en caer en caída libre los más de 415 metros de altura de los pisos más altos de las Torres Gemelas de Nueva York teniendo en cuenta la aceleración newtoniana de 9,8 metros por segundo al cuadrado.